miércoles, 29 de enero de 2014

El renacimiento de los Lakers


El teléfono sonó en la casa de Palos Verdes. Corría el año 1979 y los Lakers eran un canto a la esperanza: la sapiencia, el oficio y la actitud ganadora de Kareem Abdul-Jabbar se abrazaban al talento prometedor del novato Earvin 'Magic' Johnson, quien meses atrás había hecho suspirar a la nación entera en el triunfo de Michigan State ante Indiana State en NCAA.

Jack McKinney levantó el tubo y habló. McKinney había llegado a Los Angeles luego de un año como asistente de Jack Ramsay en Portland, con previa experiencia en Milwaukee, y tras algo más de dos décadas de camino sinuoso en el básquetbol colegial.

"Fue un sueño fantástico", recuerda McKinney a Jay Searcy del Philadelphia Inquirer. "Hicieron volar a mi padre, toda mi familia estaba allí. Fue un momento excitante de mi carrera, estaba sentado al tope de mi profesión. He aquí mi presente, dirigiendo a uno de los mejores equipos del país y con la chance de entrenar a uno de los mejores jugadores de la historia (Abdul-Jabbar)".

McKinney cumplía el gran sueño americano. El trabajo ideal, el hogar más confortable y sumas de dinero que jamás había imaginado tiempo atrás.

Paul Westhead estaba al otro lado de la línea. Westhead y McKinney tenían una gran relación en aquellos años. El 8 de noviembre había regalado una mañana cálida y soleada, ideal para hacer deporte. Y los Lakers, vaya bendición, tenían la jornada libre. "¿Oye, tienes ganas de jugar tenis?", preguntó Paul.
McKinney aceptó de inmediato y fue hacia el garage a buscar el auto, ya que debía dirigirse hasta el condominio de Westhead. Su mujer Claire se lo había llevado. Sin dudar demasiado, tomó la bicicleta de su hijo sin considerar que su estatura (1,87 mts) y su peso (86 kg), excedían las condiciones de seguridad de un vehículo de esa naturaleza.

El panorama era aún peor. La bicicleta había regresado del taller de reparación y aún tenía problemas con los frenos. Jack no lo sabía cuando comenzó a pedalear. Bajó a velocidad una loma, en la intersección de Whitley Collins Drive y Stonecrest Road, y pese a intentar detenerse despacio los frenos se trabaron, las ruedas se clavaron en seco y McKinney salió despedido golpeando su cabeza contra el pavimento. Un golpe que no fue fatal de milagro. Un motorista reportó el accidente. "No existe manera de que este hombre sobreviva", dijeron los enfermeros de la ambulancia que lo atendieron, según información recolectada por Richard O'Connor en Sports Illustrated.

"Los doctores no le podían decir nada a mi mujer (Claire)", recuerda McKinney, quien estuvo tres días en coma y tres semanas en estado comatoso, al Inquirer. "Tuvo que ver si finalmente yo quedaba como un vegetal o si me iba a convertir en un hombre de mantenimiento en un colegio, barriendo pisos. Allí estaba ella con cuatro niños, dos en la preparatoria y dos en el colegio. Hacía cosas locas tras el accidente: 'Dame ese cepillo de dientes'. ¿Qué cepillo de dientes? El cepillo de dientes allí era una lapicera. No recuerdo nada de eso", agrega.

La recuperación de McKinney fue lenta. Tan lenta que obligó a Jerry Buss, coach de Lakers, a quitarlo de su trabajo para ofrecerle a Paul Westhead el cargo de entrenador en jefe. Fue una situación difícil para la directiva, pero inevitable. Habían pasado sólo 13 partidos del inicio de la temporada 1979-80 cuando la desgracia tocó la puerta de McKinney. El equipo lucía bien, sólido, pero había que hacer algo. No se sabía a ciencia cierta qué, pero sí algo. En esto estaban los responsables angelinos.
McKinney pudo regresar en enero pero Buss consideró que era momento de esperar. "Sólo estoy cuidando las plantas mientras el verdadero dueño está de vacaciones", decía Westhead una y otra vez. En este caso, McKinney fue puesto tiempo después como scout de los Lakers y jamás volvió a tener la preponderancia del inicio.

"Tuve tantas cosas afectadas por la caída. Mi boca, mis labios, cirugía plástica, un hueso quebrado en mi oído que me impedía controlar mi equilibrio", recuerda McKinney al Inquirer. "Perdí toda la fuerza en una parte de mi cuerpo. Si me inclinaba para agarrar algo, podía lamentarlo luego".
La recuperación fue lenta y dolorosa. Tuvo que volver a aprender a caminar, a hablar, a pensar.
Mientras tanto, había un equipo de básquetbol que mantener. Westhead trató de equilibrar un conjunto que desparramaba energía. Y pese a excederse en lo esquemático, los Lakers cerraron la temporada con un récord de 60-22 (tras el 10-4 inicial de McKinney) y tras desechar a Phoenix, Seattle y finalmente Philadelphia en las Finales, consiguieron el segundo campeonato de su historia desde que la franquicia mudó de Minneapolis a Los Angeles.

McKinney regresó nueve meses luego de su caída para dirigir a Indiana Pacers. En la primera temporada fue elegido entrenador del año por devolver un récord ganador a Indianápolis, pero tres años después fue quitado de su cargo para recalar en Kansas City Kings en 1984-85, antes de renunciar.
Pese al éxito en su gestión deportiva, el gran mérito de Westhead no radicó exclusivamente en obtener un título de campeonato. Al menos en parte. Quitado McKinney de la franquicia de Hollywood, Westhead se vio obligado a incorporar un asistente técnico.

El nacimiento de una leyenda

"Si vas a dejar la universidad, más vale que te busques un trabajo. ¡Ahora!" -- Joe Bird
Larry Bird, de sólo 18 años, promedió 30.6 puntos y 20.5 rebotes en 1974, defendiendo la camiseta de Springs Valley High School. French Lick, un pequeño pueblo ubicado en el condado de Orange, Indiana, cobijó los primeros años de vida de Larry, cuarto de seis hijos de una familia de clase baja.
Su madre Georgia, soporte de la familia, trabajaba como mesera y por momentos tenía que emplearse en dos ocupaciones al mismo tiempo para poder afrontar los gastos. Su padre Joe, trabajador ocasional que sufría problemas de alcoholismo, se empleó en Kimball Piano Factory como carpintero.
Los Bird eran una familia nómade en French Lick: alquilaron 17 casas en 18 años antes de comprar su propiedad en Washington Street, como señala Seth Davis en el artículo "When March Went Mad" de SI.com.

El básquetbol fue siempre una vía de escape para Larry. Dentro de una cancha, los problemas dejaban de parecer relevantes y todo pasaba a ser un juego. Era la plataforma donde él mandaba y el resto aplicaba según sus directivas. No tenía que ver con una voz de mando, sino con la ubicuidad de su producción. Bird era capaz de hacer florecer todo lo que existía alrededor con un pase, un tiro, un movimiento con o sin balón.

La producción de Bird en el básquetbol colegial sedujo a varias Universidades del país, interesadas en contar con los servicios de esa gema conocida como "El pueblerino de French Lick". Louisville, Kentucky, Indiana e Indiana State habían mostrado interés en reclutar al espigado alero de cabellera rubia.
Kentucky, Indiana e Indiana State eran los destinos preferidos por Bird. Sin embargo, Denny Crum, entrenador de Louisville, visitó a Larry al High School para tratar de convencerlo. "Larry, nos gustaría que vengas a una visita de reclutamiento", dijo, según palabras que recolecta Jackie MacMullan en su libro 'When the game was ours'. "No quiero hacerlo", contestó Bird. "Hagamos lo siguiente, te desafío a una competencia de H-O-R-S-E. Si yo gano, me concederás ese privilegio".
Bird aceptó y la competencia fue disputada. Cada lanzamiento ejecutado por Larry fue igualado por el coach de Louisville. Así estuvieron durante algo más de 15 minutos. Sin embargo, en el octavo tiro, Larry anotó un bombazo de algo más de seis metros y todo se terminó.

Kentucky era uno de los destinos que más seducía a la familia Bird. "Ese es un programa en serio", dijo Joe, su padre, quien acompañó junto a su madre Georgia a Larry en la entrevista en Lexington con Joe B. Hall, coach en aquel entonces de los Wildcats. Sin embargo, en uno de los movimientos más espantosos de la historia del básquetbol, Hall decidió no darle una beca deportiva a Bird.
"La gente carga contra Joe B. Hall por eso, pero soy amigo cercano de uno de los asistentes de Joe y él me dijo que cuando hablabas con Larry Bird, él no contestaba; ni siquiera te miraba", dijo Bill Hodges a Sports Illustrated. "Ningún jugador de Kentucky puede ser así. Te comen vivo".
Bird tenía muchos problemas de timidez en su infancia. Odiaba las grandes aglomeraciones y sólo abría la boca para decir lo estrictamente necesario. Entonces, llegó Bobby Knight para ofrecerle un lugar en la Universidad de Indiana, el mismo que Magic Johnson rechazó dos años después. Al estilo Knight, aquí no había concesiones ni tratos preferenciales. Todo había que ganárselo con trabajo.
Y eso fue lo que sedujo al pueblerino de French Lick.

Señala Jackie MacMullan en 'When the game was ours': "Los Bird no tenían un automóvil por lo que fue su tío Amos Kerns quien lo condujo 49 millas al norte de Bloomington para el comienzo de la escuela. Kerns se quedó por un tiempo y luego se despidió con un abrazo: 'Buena suerte, hombre. Estaré atento por tí', le dijo".

 Knight era tan intimidante que ni siquiera hablaba con Larry. Lo envió al dormitorio con Jim Wisman como primer movimiento. El cambio para Bird fue profundo, tanto que terminó siendo demasiado. El campus de Indiana contaba con 33.000 alumnos, unas 100 veces más personas que las que albergaba el pueblo de French Lick. Las clases estaban compuestas por más de un centenar de alumnos y Larry se sentía solo.  
"Por las noches, todos salían, pero yo no tenía dinero. Jimmy era muy bueno conmigo, me prestaba su ropa, pero yo no podía ni siquiera comprar un pantalón y una remera. Y eso me empezó a afectar de sobremanera: no tenía nada".
 "Cometí un error al colocar en la misma habitación a Bird con Jim Wisman", dijo años más tarde Knight a SI.com. "Bird no tenía ropa y los armarios de Wisman estaban llenos. Wisman era inteligente y hablaba bien. Bird no, y no lo podía hacer con 18 años".

Al no soportarlo más, Bird levantó el teléfono y le preguntó a su madre si podía ir a buscarlo. La negativa fue rotunda. Luego le avisó a su novia de su decisión y le pidió a su compañero de habitación que no dijera nada. "No sé realmente cuándo se dio cuenta Bobby Knight de lo que había hecho", dijo Bird.
Tras algo más de 20 días en el campus, Larry tomó sus pertenencias y se dirigió a la autopista 37. Regresó haciendo dedo a su pueblo de French Lick. "¿Qué estás haciendo en casa?", le dijo su madre, quien insistía para que su hijo estudie. "Ya está, no regresaré. Estoy listo para trabajar", contestó Bird.  
 "¿No te das cuenta que era una inmensa oportunidad? Estoy tan decepcionada", agregó Georgia.
"Si vas a dejar la universidad, más vale que te busques un trabajo. ¡Ahora!", agregó su padre. Y eso fue lo que hizo Larry: tomó un trabajo para la municipalidad de French Lick haciendo todo tipo de cosas: talaba árboles, recolectaba basura en un camión, cortaba el césped, pintaba letreros. Incluso llegó a trabajar para una empresa que entregaba casas rodantes.

Se enroló en el instituto Northwood, pero el nivel era tan flojo que lo decepcionó de inmediato. Mientras trabajaba, empezó a jugar seguido en partidos en la calle, en Ligas de Verano y en el básquetbol AAU.
"Larry dice que trabajar en el camión de basura fue uno de los mejores momentos de su vida y, conociendo a Larry, seguro fue fabuloso", señaló Bob Heaton, compañero de habitación de Bird en Indiana State, a Sports Illustrated. "Sin stress, trabajando con amigos, estando afuera. Lo que más le gustaba a Larry era cortar el césped. Siempre dice que nadie lo hacía como él", agregó.

Pero en febrero de 1975, la desgracia tocó la puerta de la familia Bird. Joe, deprimido al extremo por problemas de dinero y cada vez más dominado por el alcohol, no soportó la separación de Georgia. Tomó una escopeta y se suicidó. Tenía sólo 48 años.
Larry pocas veces habló de la muerte de su padre. Pese a sus problemas recurrentes, lo amaba demasiado y prefería no referirse a él porque el solo hecho de mencionarlo le provocaba un dolor incomparable. En vez de sumirse en una depresión, el alero de French Lick transformó los problemas en trabajo. Y el básquetbol pasó a ser el eje de acción en su vida.

Bill Hodges, asistente de Indiana State, y Bob King, coach, decidieron reclutar a Bird tras observarlo en un partido de AAU. Bird venía de trabajar y estaba cansado, pero no se notó: anotó 43 puntos y bajó 25 rebotes contra los mejores jugadores del estado.

Hogdes y King, enamorados del juego de Bird, lo reclutaron y él accedió a la propuesta. Obligado por las reglas de la NCAA, tuvo que permanecer un año fuera de partidos oficiales, pero se encargó de exhibir su repertorio de maravillas en los entrenamientos.

Al año siguiente, todo empezó a mejorar. Tiempo después llegaría su consagración en Indiana State, el nacimiento de la rivalidad con Magic Johnson y, por supuesto, el amor incondicional con Red Auerbach y los Boston Celtics.
"Yo sabía que era tan bueno como cualquiera. No es por alardear, sino porque le había dedicado el tiempo necesario para serlo" -- Larry Bird.

61 caricias hacia la eternidad

Christopher Bryant, Dorrell Brayboy, Jermal Tolliver, Nathaniel Cauthen y Rayshawn Banner habían decidido un robo. La víctima no estaba estipulada de antemano. Todo era azaroso: dinero fácil a una edad temprana lucía tentador.

"Vamos, vamos, ¡Este es el momento!", dijo uno de ellos. El 15 de noviembre de 2002, cruzaron Belview Park rumbo a la casa de Nathaniel Jones, de 61 años. Jones estaba bajando unas bolsas. Fue abordado por los cinco delincuentes juveniles quienes ataron sus manos, su cabeza y sus piernas con cinta que habían comprado en un drugstore horas atrás. Lo golpearon con fuerza. Pese a que la víctima ya había sido reducida y no se resistió, la brutalidad no disminuyó: nada impidió un asesinato cruel.

Claude Walker arribó a la casa de Nathaniel Jones, en Winston-Salem, para finalizar un contrato como pintor. Walker había llamado varias veces antes de las 6:00 p.m. y no había recibido ninguna respuesta. Cuando llegó a la casa, tocó el timbre en múltiples oportunidades pero nadie atendió. Caminó hacia el garage, tocó la puerta y tampoco contestaron. Tropezó con algo mientras se dirigía a las escaleras de atrás para corroborar que efectivamente no había nadie en el lugar. Fue allí cuando descubrió que Jones estaba atado de manos, cuello y cabeza con cinta al lado de un Lincoln Continental. Llamó directamente al 911.

 La policía y los bomberos llegaron al área. Jones no tenía signos vitales y su cuerpo fue movido para facilitar la investigación. La policía vio sangre en el garage y al costado del Lincoln. Un detector de movimiento al lado del auto, no tenía luz y por lo tanto no funcionó en el momento del hecho. La puerta trasera de la casa estaba abierta pero no había signos de lucha dentro. Jones tenía, en ese momento, $952.70 dólares en el bolsillo y $1.416 en un maletín dentro del Lincoln. Faltaba su billetera.

Jones sufrió cortes múltiples y golpes en la cabeza, cara, mano derecha y rodilla izquierda. Su colapso fue a causa de un ataque cardíaco, según determinó el Dr. Donald Jason, quien llevó adelante la autopsia, en el informe judicial de la corte de apelaciones de North Carolina.
Jones, conocido como "Papa Chili", había sido el primer afroamericano en abrir una estación de servicio en
North Carolina, como cita Rick Reilly, de ESPN.com, en su nota titulada "The lessons of Nathaniel Jones". Fiaba a la gente cuando no tenía cómo pagar. Prestaba dinero a sus clientes si lo necesitaban. Se trataba de una persona especial.

Era, además, el abuelo de Chris Paul, la estrella naciente de Wake Forest.
Chris y su hermano pasaban horas en la estación de su abuelo ayudándolo en todo lo que necesitaba. Si había partido ese día, Jones cerraba antes su negocio para ir a ver a su nieto. "Era mi mejor amigo", recuerda CP3. Los cinco delincuentes juveniles que le habían quitado a su familiar más preciado tenian casi la misma edad que Chris en el momento del ataque.
Paul se encontraba en un juego de fútbol americano de High School cuando un primo se acercó y le dio la noticia.

"Fui corriendo a casa de mi abuelo porque no lo quise creer. Sólo esperaba verlo. Tú sabes, todo el mundo muere, pero yo pensaba que con él no iba a suceder nunca", dijo Paul en un documental de ESPN llevado adelante por Chris Connelly para Good Morning America.
"Papa Chili" había sido el gran compañero de Paul en su niñez. El día antes de su muerte, la familia Paul había vivido un momento tan feliz como inolvidable: el pequeño Chris había recibido una beca completa de Wake Forest.

"Mis compañeros, mis maestros, todos estaban allí para verme firmar. Mi hermano se acercó también. Y por supuesto, estaba mi abuelo", dijo Paul.
"El día que firmamos la carta de intención fue el más memorable de mi vida, para mí y para mi abuelo", señaló Paul al periódico The Dispatch. "Este evento puso una sonrisa en la cara de mis amigos y es algo que quedará en mi mente POR SIEMPRE. Cuando el hecho finalmente se produjo, mi abuelo lloró y caminó fuera del gimnasio conmigo. Me dijo: 'Christopher Emmanuel Paul, recordaré este día por siempre'", agregó

.Al día siguiente, el joven Chris estaba devastado. Tenía que dar vuelta la página más dolorosa de su existencia y debía hacerlo con grandeza. En una primera instancia, no quiso saber nada con jugar el partido que su equipo de básquetbol colegial debía afrontar esa misma noche. Pero luego, su tía se acercó y le dio una razón fundamental para hacerlo: "¿Qué tal anotar un punto por cada año de su vida?", le dijo. "Eso me pareció adorable", dijo Chris.

La empresa no era sencilla. 61 puntos en un juego de básquetbol colegial. Parecía tan idílico como absurdo. Pero la fuerza del corazón tiene razones que la razón no entiende.
 "Antes de comenzar el partido, pensé para mis adentros: 'No hay forma de que haga esto'", dijo Paul al Winston-Salem Journal. "Estaba respirando fuerte y sólo pensando. Pero mientras el juego fue progresando, empecé a decirme para mis adentros que todo esto era para mi abuelo y que lo iba a lograr".
Según recolecta el documental de Connelly en ESPN, Paul anotó 24 puntos en el segundo cuarto. Y para el final del tercero, West Forsyth tenía liquidado el pleito. Se empezó a hablar en las tribunas del tributo que tenía pensado el joven base para su familiar.

Con algo menos de dos minutos por jugaro, Chris Paul llevaba 59 unidades en su planilla. Miraba a la tribuna de vez en cuando, pero se mantenía focalizado en cumplir con lo que se había pactado de antemano. Se metió en la llave, anotó dos puntos más y recibió falta en el camino. Quedó desparramado en el suelo mientras sus compañeros lo abrazaban. El estadio se suspendió en un suspiro.

En la línea de personales, tomó el balón entre sus manos y ni siquiera lo observó. No hubo dribbling ni flexión de piernas. El objetivo estaba cumplido de antemano. La lección de honor no necesitaba de páginas adicionales, porque ya había sido extendida a lo largo y a lo ancho del gimnasio de West Forsyth High School. Chris lo había logrado. 61 caricias hacia la eternidad. El tiro libre fallado más emocionante de la historia de este deporte tenía nombre y apellido.


Ensayo sobre la motivación

Michael Jordan perdía siempre contra su hermano Larry en el patio de su casa. No había partido ni enfrentamiento uno contra uno que el pequeño Mike abandonase con una sonrisa en su rostro.
En aquellos años, el básquetbol estaba vinculado a la frustración. La derrota era un condimento adicional en su rutina, un elemento que se introducía con suma naturalidad en sus venas.

"Gané la mayoría de los enfrentamientos hasta que comenzó a responder", dijo Larry. "Y entonces, fue el final de nuestros juegos".

El pequeño MJ sufría en cada una de las derrotas, pero le apasionaba el desafío. Era como si cada una de las punzadas recibidas fortaleciera el espíritu en vez de destrozarlo. Era la tortuga y no la liebre: aceptaba lo que tenía delante y lo respetaba para luego, casi como una consecuencia, enfrentarlo hasta superarlo.
"Si llegaba a perder, debía jugar hasta ganar. Esa es la razón por la que, de manera más frecuente, todo terminaba en una pelea", agregó Larry.

Ingresó en D.C. Virgo Junior High School en la primavera de 1978. En aquel entonces, Michael Jordan era el quarterback del equipo de fútbol americano en Pop Warner, y su llegada definitiva al básquetbol fue producto de una casualidad.

MJ pasaba apenas el metro con 77 centímetros. No estaba mal para un muchacho de su edad, pero tampoco lucía como un proyecto de elite en el deporte nacional. Él lo sabía, pero había un chispazo de esperanza que hacía que, su vida de jovencito, sea a los ojos de su familia la condena de Sísifo: esfuerzo y frustración en un mismo propósito.
"Mamá, realmente quiero ser más alto", le decía Michael a su madre Dolaine día tras día. "Ve, pon sal en tus zapatos y luego reza".

Cuando iba con su padre James con el mismo cuestionamiento, él abrazaba a su hijo y le susurraba: "Lo tienes en tu corazón. Puedes ser tan alto como deseas en tu pensamiento".
Cuando Mike observó en los pasillos de su colegio que Clifton 'Pop' Herring, coach del equipo de Laney High, realizaría una prueba en noviembre de aquel año en el gimnasio de la institución, no dudó en correr para anotarse cuanto antes. Era un sophomore pero sentía, en lo más profundo de su ser, que algo estaba naciendo en su favor.

Las pruebas comenzaron días después. 50 chicos competían por 15 puestos en el equipo varsity y por otros 15 en el junior varsity. Nadie sabía que, en ese estadio, iba a estar haciendo de las suyas, por dos semanas, quien luego sería el mejor jugador de todos los tiempos.

No se observó algo atípico en la prueba. Y no es para juzgar a quienes la estaban llevando adelante, porque ninguna persona en sus cabales podía anticipar un escenario tan insólito como se comprobó tiempo después. Es decir, se notaba a kilómetros de distancia que ese muchacho sabía manejar el balón, pero su tiro era apenas bueno y su defensa estaba lejos del ideal. En aquella práctica su esfuerzo fue supremo, pero había algo que iba más allá de su corazón. Se trataba de una desventaja imposible de recuperar: su estatura.
Con sólo 1.77m, Mike lucía como un jugador poco esperanzador para este equipo. No había nadie entre aquellos jovencitos que superase el metro noventa, y, como todos los entrenadores de la tierra conocen a fondo, en este deporte los centímetros pesan en la balanza más que el oro y las piedras preciosas.
Sólo uno de los asistentes de Herring había escuchado algo del joven Jordan, pero era sólo un comentario de pasillo. El resto de sus ayudantes ni siquiera sabía de quién estaban hablando cuando lo veían correr de un lado hacia el otro, con mucho más entusiasmo que conceptos claros. Su esmero lo ponía como ejemplo, pero su capacidad global como jugador no despertaba ningún alarido en las tribunas.
Dos semanas después de las prácticas, el cuerpo técnico estaba listo para dictaminar los cortes. Se harían públicos, al igual que los exámenes, con una hoja pegada en la puerta del gimnasio. El joven Mike fue, envuelto en un manojo de nervios, junto a su mejor amigo para leer la decisión final del cuerpo técnico de Laney.

La lista estaba en orden alfabético. Escuchó el grito de felicidad de su amigo Leroy Smith cuando se vio en la lista, y él, confiado, empezó a recorrer los apellidos. Pasó rápidamente por la A, la B, la C. Llegó a la G, H, I, J... y su apellido no estaba ahí. Pensó que se trataba de un error, así que observó nuevamente la lista una, dos, tres veces. Pero no.
El cuerpo técnico le había bajado el pulgar a Michael Jordan. En su lugar habían seleccionado a Smith, un jovencito de 1.95m que podía fortalecer la zona pintada. No se trataba de un corte definitivo: Mike tenía la chance de ingresar en el junior varsity. De todos modos, no era un consuelo. Se sabía, dentro del colegio, que no era lo mismo. Estar en un equipo o en el otro significaba tener una diferente categoría de jugador. Y eso se traducía en respeto.
El joven Mike recibió la noticia por la mañana y se mantuvo en el limbo durante las clases de ese día. Sentía una mezcla de bronca con decepción. Su mirada estaba perdida y deseaba desde lo más profundo de su ser que esa jornada escolar finalizase cuanto antes. Cuando escuchó la campana de salida, tomó sus libros y se esfumó a la velocidad de la luz.


Llegó a su casa y se dirigió directamente a su habitación. Cerró la puerta con llave y lloró como nunca. La frustración había inundado el ambiente, transformando los colores lúcidos en opacos. Tristeza y desahogo eran parte de un mismo envase. Todo lo que buscaba Mike era jugar con su equipo y no lo había conseguido. Sentía que todo el esfuerzo había sido en vano.
Cuando él llegó, su madre estaba en el trabajo. La esperó durante horas. Cuando escuchó el ruido de la puerta, Mike dio un salto al frente. Deloris supo en los ojos de su hijo que algo malo había sucedido.
"Mamá, el coach me ha dejado fuera del equipo", dijo Mike, y de inmediato las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.

Su madre lo tomó en brazos y lo contuvo lo mejor que pudo, pero no logró evitar llorar con él. Así estuvieron un buen rato. Luego conversaron y fue ahí donde Mike supo que una de las grandes barreras en busca de un objetivo es la frustración. Sin esfuerzo, no hay mérito. Sin decepción, no hay alegría. Sin fracaso, no hay éxito.

Al final de esa temporada, Mike se acercó al entrenador y le pidió si podía viajar con el equipo principal de Laney para el campeonato de distrito. El coach le dijo primero que no, luego que quizás, y finalmente, dentro del gimnasio, durante la tarde que iban a viajar, le comunicó que la única manera de ir con el equipo principal era cargando los uniformes de los jugadores.
"Si eso es lo que usted necesita, lo haré", dijo MJ, ante la sorpresa del entrenador.
El coach lo había empujado a la humillación y él había aceptado. Sabía que era el primer escalón en busca de algo grande que sólo él podía construir. El sueño siempre nace en el corazón, sube a la mente y se extiende en las extremidades.

Entonces, aquella tarde Mike cargó la ropa de los jugadores. Fue difícil porque sus padres habían asistido a ese torneo y cuando lo vieron con los uniformes en sus brazos, tuvieron un pensamiento equivocado.
"Eso fue lo que más me dolió, pensaron que el coach me había llevado para jugar. Y yo estaba cargando la ropa para el resto de los jugadores", dijo Jordan años después al Chicago Tribune.
A partir de ese momento, Mike comenzó a trabajar como nunca. Su cambio en el físico colaboró con la causa: pasó de 1.77m a 1.90m en sólo un año y las cosas buenas empezaron a suceder.
Justo antes de su graduación, en 1981, la Universidad de North Carolina lo reclutó con una beca completa. Y a partir de entonces, lo maravilloso se multiplicó: brilló en la NCAA, fue elegido jugador del año, lideró a Estados Unidos al oro olímpico en 1984 con Bobby Knight al mando, y luego, al entrar en la NBA, volvió a vivir la historia que padeció a la edad de 15 años: los Portland Trail Blazers seleccionaron a Sam Bowie en segundo lugar y permitieron que los Chicago Bulls se hagan con sus servicios, en el robo de Draft más grande de todos los tiempos.
UN CHICO NORMAL, UN HOMBRE ESPECIAL
Los orígenes del mito llamado Michael Jordan conducen, quizás, a la historia motivacional más dulce de este deporte.

Hay muy pocos casos que explican el ascenso de un joven terrenal en sus inicios a un All-Star en el momento cúspide de su carrera. Por lógica, aquellos que nacen con un talento sobrenatural se imponen primero en el playground, luego en el college, luego en la Universidad y finalmente en el básquetbol profesional. El caso de Jordan es tan curioso como extraordinario, porque no hablamos de una figura: MJ ha sido el Dios de la NBA en su modernidad.

"Probablemente fue bueno lo que sucedió en aquel entonces", dijo Jordan al Chicago Tribune. "Me hizo sentir lo que significaba caer en la decepción. Me fortaleció".
Años después, el público presente en el estadio, y el resto del mundo pegado a la pantalla del televisor, rugía al observar su chaqueta roja, sus pantalones cortos y su cuerpo prodigio pisando el parquet una, y otra, y otra vez más.

Llegarían los 63 puntos a los Boston Celtics, los seis campeonatos con los Bulls, los tiros de último segundo, el partido de la fiebre ante el Jazz, su paso por el Dream Team, los All-Star y miles de historias más.
Festejar el final, entonces, es comprender el inicio.
Alcanzar el éxito, en definitiva, es saber moldear la frustración para transformarla en algo superador.
Siempre.

Historia de lebron james

Llamado a ser el nuevo ‘Jordan’ desde su aparición, LeBron James es un jugador de cualidades únicas y una potencia superior. Considerado un egoísta por muchos, ¿quién no lo sería con todas sus características? LeBron James es nuestro jugador estrella y te invitamos a repasar su vida y su carrera en la NBA.

 LeBron James nació en la ciudad de Akron, Ohio, el 30 de diciembre de 1984. Concurrió al Instituto St. Vincent - St. Mary en Akron donde consiguió todo título que se cruzó en su camino. En su año primer año del High School se desempeñó como base titular del equipo y conoció a Maverick Carter, su actual manager, con quien se coronaron campeones de la División III.

Los siguientes 3 años que LeBron jugó para los Irish de Akron lo elevaron a la fama nacional por sus extraordinarias actuaciones. Su nivel inigualable llevó a que fuera nombrado 3 años consecutivos "Mr. Basketball" de Ohio, seleccionado 3 veces seguidas también por USA Today en el primer quinteto del All-USA (fue el primer sophomore en conseguirlo) y condecorado como Gatorade National Boys Jugador del Año en 2001-02. Todo esto gracias a los 3 campeonatos estatales obtenidos y el McDonald's All-American Game, el EA Sports Roundball Classic y el Jordan Capital Classic. Indudablemente fue escogido MVP en diversas oportunidades.
Luego de tantos logros recaló, con tan solo 18 años, en los Cleveland Cavaliers de la NBA tras ser escogido en el primer puesto del Draft de 2003. Bajo los apodos de "King James" y "The Chosen One" el joven continuó deslumbrando al público que acudía a verlo barrer a sus rivales y la NBA no logró intimidarlo de ninguna manera.
En 2004 fue condecorado como Rookie del Año, 4 veces disputó el All Star Game, 2 veces fue escogido MVP, formó el Quinteto Ideal de la NBA en 2005-06 y 2007-08, fue líder de anotación de la NBA en 2007-08 y disputó las finales de la NBA en 2006-07, todo junto a los Cavaliers. Además hay que destacar que es el jugador más joven de la historia en alcanzar la marca de los 10.000 puntos y el joven millonario más millonario.

La historia del baloncesto


El Baloncesto nació en 1891 en Estados Unidos, concretamente en la Universidad de YMCA, Springfield (Massachussets), donde se estudiaba la carrera de Educación Física y se impartían cursos prácticos de atletismo, rugby, ciclismo y gimnasia.
 

James Naismith, profesor de Educación Física, quiso crear un deporte de equipo que se pudiera practicar en el gimnasio durante el frío invernal. Después de analizar los deportes que se practicaban en aquel momento, como el rugby, el fútbol, el béisbol, etc., redactó once normas de un juego, que hoy se conoce como el Baloncesto.
 

Naismith colocó dos cestas de melocotones clavadas en los extremos de una pista, a 3'05 m del suelo. De aquí surgió el nombre de basketball (baloncesto), palabra compuesta inglesa que define el objetivo del juego: introducir la pelota dentro de una cesta.
 

Este deporte fue difundido por todo el mundo por los alumnos de Springfield. El auténtico impulso europeo lo recibió gracias a los soldados estadounidenses que participaron en la Segunda Guerra Mundial, que practicaban a menudo este deporte en los momentos de esparcimiento.
 

En los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928 y en el de Los Ángeles en 1932, fue deporte de exhibición, pero en los de Berlín en 1936 ya fue incorporado al programa oficial olímpico. El baloncesto femenino no fue olímpico hasta los Juegos de Montreal, en 1976.

Historia del Futbol

Para empezar a narrar la historia del fútbol y localizar el origen de este deporte sería necesario remontarse hasta las antiguas civilizaciones e imperios, donde pueden encontrarse diversos antecedentes de juegos de pelota con características similares.

Así, según algunas teorías, la historia del fútbol podría comenzar en el antiguo Egipto, ya que durante el siglo III a.C. se realizaba un juego de pelota como parte del rito de la fertilidad, en el que se practicaba algo parecido al balonmano. Sin embargo en China ya se había inventado la pelota de cuero un siglo antes, cuando Fu-Hi, inventor y uno de los cinco grandes gobernantes de la China de la antigüedad, creó una masa esférica juntando varias raíces duras en forma de cerdas a las que recubrió de cuero crudo; con esto nacía la pelota de cuero, con la que se jugaba simplemente a pasarla de mano en mano. Esta pelota fue adoptada posteriormente en los juegos populares de sus vecinos India y Persia. Por otra parte, en las antiguas civilizaciones prehispánicas también se conocen juegos de pelota más similares a lo que se conoce hoy como fútbol. Así por ejemplo los aztecas practicaban el tlachtli, una mezcla entre tenis, fútbol y baloncesto en el que se prohibía el uso de las manos y los pies y el capitán del equipo derrotado era sacrificado.

La historia del fútbol continuaría en la Grecia clásica, donde incluso Homero llegó a hacer alusión también a un juego de pelota, al que llamaban 'esfaira' o 'esferomagia' debido a la esfera hecha de vejiga de buey que se utilizaba en el mismo. Desde ahí pasó al Imperio Romano, que utilizaban en su juego 'harpastum' un elemento esférico llamado 'pila' o 'pilotta' que evolucionó hasta el término 'pelota' utilizado actualmente. Durante la Edad media tuvo mucha fama entre diferentes caballeros y culturas; entre otras anécdotas se dice que Ricardo Corazón de León llegó a proponer al caudillo musulmán Saladino, que dirimieran sus diferencias sobre la propiedad de Jerusalén con un partido de pelota.

Los romanos llevaron hasta Britania su juego de pelota. Durante la Edad Media la historia del fútbol tuvo grandes altibajos y fue prohibido por su carácter violento para más tarde ser adaptado y utilizado como deporte nacional en las islas británicas. A comienzos del Siglo XIX comenzó a practicarse el 'dribbling-game' en las escuelas públicas y de ahí pasó a las universidades más importantes (Oxford, Cambridge) donde se escribieron las primeras reglas (el Primer Reglamento de Cambridge apareció en 1848) y en 1863 se funda la Football Association, naciendo el denominado 'juego moderno' o 'fútbol asociado' y separando este juego del actual rugby. La separación entre el rugby y el fútbol o soccer británico surgió en la Universidad de Rugby, donde comenzó a jugarse un deporte que permitía coger el balón con las manos y correr con él.